mardi 22 juin 2010

"Hojas de yerba", por Luciano Arrabal










Hojas de yerba

Novela, crónica y bitácora de Amado Bonpland y su historia de la Yerba Mate
lunes 21 de junio de 2010
Capítulo XIV
Se comía yopará, mbopi, bori borí, locro en invierno. Se comía caburé, guiso tropero, mbeyú. Muchos los aprendío a preparar él. Un artista de la cocina, verá. Claro, el yopará se habla y se come. No que va… no me voy a poner a hablar ahora en yopará, yo aprendí, si, con los indios. Pero como me comería un plato de esos ahora. Ahora que esta fresco, y que Amado ya fue para el silencio, después de tanto hablar y comer yopará. Dicen que uno es lo que come, y dicen que uno es lo que dice. Tambien dicen que uno es lo que hace. Se dicen tantas cosas, y se hacen tan pocas…que yo que sé. Ahora que me acuerdo, vea, todo se me nubla, y usted que me mira asi, como sin entender de lo que le hablo. A veces me da la sensación de que no me escucha. Escriba, delé que tuito no ande acordarse.Claro que usted sabe como es esto, a veces la memoria miente.Si lo sabrá usted, si lo sabré yo. Las paredes humedas de este calabozo, con este olor a encierro y a sangre podrida de sabrá dios cuantos prisioneros, me transporta, alla lejos. Allá en la confluencia de los ríos, alla donde alguna vez hubo una tierra donde indios y españles vivían en armonía. En esa tierra, que ahora le da, el nombre a Misiones, después de no se cuantos años de trifulcas. De guerras, de incendios, de entreveros, de rebeliones, después de no se cuantas repúblicas, cuando ya no había nada para hacer con tanto, cuando había tanto para hacer con nada.
La República de Corrientes fue el pretexto de Ramirez, Quiere un vino, Alfonso, me dijo. Tranpiraba. Alfonso, como el sabio. Vino a verme Ramirez, confesó, mientras se servía un vaso de vino del tonel, los dos sentados en la fonda que quedaba cerquita de la plaza de la Victoria, eso que ahora le llaman Plaza de mayo, pero que para los que nacimos en ese entonces, y por unos cuantos años seguira siendo la de la Victoria. Había poca gente esa noche, los parroquianos que siempre acudían sedientos, a hacer osociales, o simplemente a tomar un tinto, se ve que estaban festejando. Ramirez, me vino a ver, me había dicho. Abrió los ojos como platos. Le agarro julepe.Por las cosas que se decían entonces de Ramirez, era de temer. Dias atrás le había llegado una carta con su nombre, que el nunca leyó. No la quiso leer. Miró las letras que nombraban a ese hombre y en las letras leyo su futuro. En la carta, según me dijeron tiempo después, había detalles que Ramirez había escrito de puño y letra, y que sólo debían ser leídos por el Profesor Bonpland. Amado nunca leyo esa carta: aquel papel culminó su ciclo nuevamente en la tierra en la que crecieron los retoños de los naranjos de la plaza constitución. En esa carta había cosas que yo no quería saber. Que ni me quiero enterar, me confesó Amado, ya mas picado que el vino que estabamos tomando.
Mis recuerdos saltan a otra noche, donde un paisano de corrientes charlaba con nosotros sobre los misterios de la yerba mate.Octavio no podía creer que Amado fuera francés, tenía acento, si, pero le resultaba insolito a ese paisano de corrientes que un francés estuviera el el medio de la selva haciendo no se que.
Esa noche Octavio nos contó algunas cosas. Nos hablo de las misiones, de las antiguas misiones que destruidas como estaban, resultaban imponentes. Aún para Amado que según dejó entrever había conocido las misiones de casi todo el continente, pocos años atrás. Todavía estaría presente en el recuerdo de Amado aquel periplo de Norte a Sur donde descubrío realmente esa América, con las costumbres de los indios de todas las latitudes,todavía le quedaban algunas especies de plantas de su gran diversa colección de plantas de América. Ahí en Loreto, esa noche luego de la campaña, cerquita de la laguna y en el frescor de la noche luego del calor del día. Por primera vez, ese hombre sabio, humano, conocedor de cuanto yuyo crezca sobre la tierra, me sorprendió. Me sorprendió que por primera vez, yo, que aprendí casi todo lo que sé junto a él. Sabía algo de una planta que el desconocía.


El fogón se reflejaba a la distancia en el lago vecino, los tres mirabamos a la inexistente luna por detrás de las higueras que bordeaban el camino. Octavio, el marisquero, comía desaforado una torta hecha de mandioca. Me convidó, yo n me animé. Amado si. Amado probaba de todo. Muchas veces al recolectar una especie nueva. Decidía probar su hoja.
Amado se preguntaba por las especies de plantas que se cultivaban en las esas misiones jesuíticas de sudamérica.
Había visto misiones todavía en funcionamiento y sabía muy bien como podrían estar organizadas. Los edificios aún dejaban entreveer donde estaban los jardines donde se plantaba. Si bien las plantaciones estaban algo dispersas todavía había plantas.

Caá, dijo Octavio, respondiendo a una pregunta que Amado nunca había hecho. En su mirada profunda se veía la duda. De golpe se sorprendíó por un silbido.,luego otro. Como una llamada, como un invitación a callarse, a no perturbar la naturaleza.
La mirada de sorpresa paso a desconcierto.
Un pájaro, dije yo, medio bromeando.
¿A estas horas, con esta oscuridad? Preguntó Amado.
Kururú.
Asi canta ese. Hay otros que cantan distinto. Como perros. Ta lleno a estas horas.
Octavio comenzó a imitar sonidos, con el gesto extraño de inflar la boca al emitir los ruidos.
La mirada de desconcierto de Amado se aclaró. Grenouille.Grenouille, dijo asintiendo y riéndose de si mismo mientras devoraba el últoimo pedazito de torta harina de mandioca.
Mañana comenzamos temprana asi aprovechamos el fresco del saliente. Si quiere le muestro lo que queda de la misión.
Las Plantas dijo Amado.

Y Las plantas, dijo Octavio.

Ese día de enero desembarcamos en la rada exterior de aquel puerto de Buenos Ayres. Durante el trayecto desde Montevideo, en un bergantín denominado Malacabada, oloroso, sucio, repleto de ratas, cuyo dueño era un muchacho nacido en las afueras de Montevideo que, desde hace un tiempo vivía en Buenos Ayres, y que aprovechaba para hacerse unos metálicos con un barco que había comprado, pura madera del paraguay, según nos contaba durante el viaje.
Publicado por Luciano Arrabal en 15:48
1 comentarios:

Courthes dijo...

Hola Luciano,

es requete interesante, sobre todo a nivel narrativo, esos dos yos que se van cruzando, es realmente bueno...

Hay más yuyos bonplandianos???!!!

Adelante amigo con la Escritura de Bonpland!!!

Eric Courthès
22 de junio de 2010 12:27

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samedi 19 juin 2010

"Aimé Bonpland, botaniste équinoxial", par Venezue-Latina








VenezueLATINA

Au Venezuela, c'est-à-dire nulle part…

Le pays d'Hugo Chávez vu par le petit bout de la lorgnette.
Pas triste !

Aimé Bonpland, botaniste équinoxial
Filed Under: Aventureux, Historique by Jean-Luc Crucifix — Un commentaire
20 mars 2010


Humboldt et Bonpland en Amazonie

Il n’est pas facile de vivre à l’ombre d’un géant. On connaît surtout Aimé Bonpland pour avoir participé, aux côtés du grand naturaliste Alexander von Humboldt, à une célèbre expédition dans les terres equinoxiales (lisez Amérique latine) de 1799 à 1804.

Cette extraordinaire aventure permit aux deux hommes de ramener plus de 60.000 échantillons représentant 6000 nouvelles espèces de plantes, des observations astronomiques, un nombre incroyable de notes géologiques, sociologiques, économiques, cartographiques… le tout réuni en pas moins de trente volumes.
Fuchsia venusta, plante décrite par Bonpland

Fuchsia venusta, plante décrite par Bonpland

Quelle est la part de Bonpland dans cette somme immense ? On ne le saura sans doute jamais exactement. Mais il est certain qu’il fut bien plus que le secrétaire de Humboldt, son titre officiel dans le cadre de l’expédition. Il fut un scientifique à part entière, s’intéressant tout particulièrement à tout ce qui touchait la botanique.

Passion précoce pour les plantes

Aimé Jacques Alexandre Goujaud est né le 29 août 1773 à La Rochelle. Bonpland est le surnom que lui donna son père lorsqu’il le vit, enfant, se passionner pour les plantes du jardin (« Bon plant »). Cette prédilection pour la flore le prédestinait sans aucun doute à devenir botaniste. Cependant, une fois monté à Paris avec son frère, c’est vers les études de médecine qu’il se dirigea, suivant en cela la voie de son père chirurgien.

Cela ne l’empêcha pas de suivre les enseignements de botanique donnés au Muséum national d’histoire naturelle où il eut pour professeurs des personnages aussi célèbres que Jean-Baptiste de Lamarck et Antoine Laurent de Jussieu. Après un service militaire comme médecin dans la marine, il retrouve le Jardin des plantes de Paris où il s’initie aux plantes exotiques. Déjà reconnu comme excellent botaniste, il aurait dû accompagner Louis Antoine de Bougainville dans ce qui devait être la plus grande expédition scientifique française jamais entreprise. Mais, en raison des guerres napoléoniennes, celle-ci n’aura jamais lieu.
Itinéraire de l'expédition de Humboldt et Bonpland en Amérique équinoxiale

Itinéraire de l'expédition de Humboldt et Bonpland

En 1798, Aimé Bonpland fait la rencontre d’Alexander von Humboldt avec qui il se lie d’amitié. Les deux hommes cherchent à participer ensemble à une expédition scientifique, en Égypte d’abord, en Tunisie ensuite, mais celles-ci sont annulées. C’est le roi d’Espagne Carlos IV qui, finalement, leur donnera la possibilité de mener à bien leur projet d’expédition, mais avec une nouvelle destination : l’Amérique équinoxiale. Ce sera alors le fameux voyage d’une durée de cinq ans au cours duquel il ont, notamment, remonté l’Orénoque et gravi le volcan Chimborazo.

Botaniste de l’impératrice Joséphine

De retour en France, Aimé Bonpland entreprend de classer les dizaines de milliers de spécimens botaniques ramenés d’Amérique. Travail immense, qu’il ne terminera pas. Ce sont les botanistes allemands Carl Ludwig Willdenow et Karl Sigismund Kunth qui, à la demande de Humboldt, le mèneront à bien.

En 1808, Bonpland est nommé botaniste et intendant général des domaines de Malmaison, la résidence de l’impératrice Joséphine, dont les jardins prestigieux sont alimentés des plantes rares ramenées des campagnes napoléoniennes. Il se dédie surtout à l’acclimatation de centaines d’espèces alors inconnues, qu’il recense dans son ouvrage Description des plantes rares de la Malmaison (1813).
Aimé Bonpland (1773-1858)

Aimé Bonpland

À la chute de l’Empire, Bonpland choisit de se rendre à Buenos Aires, où il a obtenu un poste de professeur d’histoire naturelle. Il ne reviendra plus jamais en France. Homme de terrain plutôt que théoricien, il quitte la ville pour explorer l’intérieur du pays et étudier ses richesses botaniques. Il s’installe d’abord à Santa Anna, dans la province de Corrientes. Dans son exploitation, il découvre les secrets de la germination du maté (Ilex paraguariensis), ouvrant ainsi la porte à la culture industrielle de cette plante jusqu’alors sauvage.

Résidence surveillée

En 1821, il est arrêté et mis en résidence surveillée par le dictateur paraguayen José Gaspar Rodriguez de Francia qui le soupçonne d’espionnage et craint le développement dans l’Argentine voisine d’une culture intensive du maté. Pendant dix ans, Bonpland vit reclus, privé de toute relation avec sa famille et ses amis et empêché de parler français. Tout en s’adonnant aux activités les plus diverses, dont celle de médecin des indiens guaranis, il ne cesse d’étudier les plantes dans le petit espace où il est confiné.

Libéré en 1831, il s’installe à San Borja, au Brésil, et reprend ses expérimentations agricoles. Il meurt en 1858 à l’âge de 84 ans, sans avoir pu revoir celui qu’il appelait « le meilleur et le plus illustre des amis », Alexandre von Humboldt.
Pic Bonpland (Mérida, Venezuela)

Le pic Bonpland

Le Venezuela lui a rendu hommage en donnant son nom à la troisième plus haute montagne du pays, dans la Cordillère de Mérida. Juste retour des choses, le pic Bonpland (4890 m) se trouve à quelques encablures seulement du pic… Humboldt (4945 m).

À défaut de s’être revus à la fin de leur vie, les deux amis se trouvent au moins réunis dans ce site exceptionnel.

____________________________
Pour en savoir plus :
> Lire et télécharger la Biographie d’Aimé Bonpland, par Adolphe Brunel (1859)
> Acheter l’ouvrage Aimé Bonpland (1773-1858), médecin, naturaliste, explorateur en Amérique du Sud de Nicolas Hossard sur Amazon.fr
> Acheter l’ouvrage Correspondance 1805-1858 d’Alexander von Humboldt et Aimé Bonpland sur Amazon.fr
> Acheter l’ouvrage Le pêcheur d’orchidées – Aimé Bonpland (1773-1858) de Philippe Foucault sur Amazon.fr
3 Votes

1 Comment:

*
Eric Courthès
juin 19th, 2010 at 20:41

Et n’oubliez pas de lire non plus les premières mémoires apocryphes d’Aimé Bonpland:

« Le voyage sans retour d’Aimé Bonpland, explorateur rochelais », Eric Courthès, Paris, L’Harmattan, mai 2010

http://www.harmattan.fr/index.asp?navig=catalogue&obj=livre&no=31196

vendredi 18 juin 2010

"Le voyage sans retour d'Aimé Bonpland, explorateur rochelais", lectura de Esteban Bedoya







Acabo de terminar de leer la novela de Eric Courthes, “Le voyage sans retour d’Aimé Bonpland explorateur rochelais” y tengo la sensación de haber conocido casi de manera íntima al personaje protagónico del libro, pero no es solo la sensación de haber aprendido a partir de la profusa documentación utilizada por Eric, sino la sensación de haber “curioseado” sin permiso las intimidades de un honorable Señor. Tengo una extraña sensación de vergüenza, como si me hubiese enterado de secretos incómodos de la vida de algún pariente cercano. Eric logra –al menos conmigo- hacer querible al personaje de Aimé Bonpland. Pongo entre paréntesis “al menos conmigo” porque me cupo rescatar y publicar las memorias de mi aventurero bisabuelo francés. Entonces, encuentro similitudes en dos hombres que se aventuraron en la búsqueda de sus propias utopías…

Tal vez por eso, sienta y comprenda a ese sabio como si fuese un viejo conocido. Por otro lado, fui atrapado por una prosa que genera la sana confusión entre lo real y lo ficticio; los datos sobre los viajes, residencias temporales y encuentros con personajes históricos, responden a información documentada, y entre ese cúmulo de documentos afloran los pensamientos y sentimientos de Bonpland… no tuve tiempo de pensar que fuesen producto de la ficción de Eric, y ahí justamente radica su talento de escritor… saber engañar y deleitar –soy un lector convencido de esto-, esta novela, como las buenas novelas cuenta lo que la historia no puede contar, gracias a su creador ingresamos en una dimensión subjetiva, íntima, secreta, en la que como en un cuento relatado por una abuela a sus nietos antes de dormir, se aprende sobre una época, una sociedad y sobre un hombre, que como si fuese un genio encerrado en una botella, es liberado y abandona la prisión de la historia para instalarse en nuestros sentimientos.

Gracias Eric por tu esfuerzo, y felicitaciones por haber logrado un gran libro.

Esteban Bedoya
Melbourne, Junio 2010

vendredi 11 juin 2010

"SEXUS VERSUS DEUS, EN LA PROSA DE ESTEBAN BEDOYA"


SEXUS VERSUS DEUS,
EN LA PROSA
DE ESTEBAN BEDOYA


Sabido es que el Sexo está en todo y que igual que el Miedo atávico a la Muerte, pábulo primitivo de las diferentes religiones, nos hace, o no nos hace, la Vida fácil y placentera, según nuestras capacidades a vencer, o no, nuestros arcaicos temores…
Vencer los tabúes también, impuestos justamente por la moral judeocristiana anticuada que sigue imperando en el Vaticano por ejemplo, castrando y frustrando a millones de personas en el mundo, que se aferran a su Dios como si fuera un Falo…
Igualito que la Sor Pascualina del sabroso relato satírico de Esteban Bedoya, El Apocalipsis según Benedicto, raptada por la “divinidad” terrenal del Papa Benedicto, viejo inquisidor ojeroso pro nazi que ni siquiera le hace caso…
A pesar de sus mimos diarios, de su obcecación delirante rayando con el fetichismo, cuando por ejemplo el viejo Papa, y el lector, la descubren parada en medio de la cocina en plena noche, husmeando las prendas íntimas del Sumo Pontífice, el Amor no se impone, no sólo por la vejez de ese viejo hombre sino por su incapacidad de Adorar otra cosa que su tótem asexuado…
Empero, la prosa de Esteban suele ser muy sexuada, en esta sátira de la Corte Pontifical tenemos en realidad el revés de su escritura, y le convendría pues a su futuro lector adentrarse más bien en otros cuentos suyos, que aunque desemboquen también en una terrible frustración, tratan del tema del Sexo con desparpajo y Humor…
Por ejemplo en el cuento siguiente, Los González Espino, Marquitos, el joven protagonista, hijo adoptivo de la familia de Agustín González, un matón durante la Dictadura argentina, -raptado también por su Ángel, San Benito de Zanzíbar-, fusiona en una unión mística casi sexuada con Él, que lo aparta de la sexualidad habitual en un adolescente y que desde luego, lo expulsa de la realidad…
Primero, le aparece Benito en sueños pero el asunto se pone más complicado cuando cree reconocerlo bajo los rasgos de Roberto, un atorrante, y le invita a tomar un café con leche con medialunas en una cafetería de Buenos Aires.
Entonces viene un diálogo grotesco en el baño , hasta donde lo persigue su joven admirador:
- “¡Pendejo marica!.. ¿Esto es lo que querés?, -le gritó con voz acatarrada, mientras le mostraba el pene que chorreaba las últimas gotas.
- ¿Así que soy tu ángel?... ¡Ponéte en cuatro que te pago las medialunas!”
Después del segundo encuentro, en el vestuario del equipo de fútbol del joven protagonista, donde el ángel de verdad lo deja mal parado al chico tumbado en el piso, por experimentar celos de su novia, el rata González empieza a investigar el caso y de su celebro secado por su falta de humanidad, sale la certidumbre de que el ángel no puede ser sino un sospechoso izquierdista. Llegado al cabo de lo que cree ser un raciocinio cierto, allanan con sus compinches la casa del párroco Ruperez, en quien don Agustín cree identificar al ángel de su hijo y lo matan sin olvidarse de chorearle unas pertenencias:
- “ Cómo es eso de que sos un ángel? –le preguntó, poniéndose de pie-. ¿A quién carajo creés que te estuviste cogiendo? ¡Ahhh… no sabés con quién te metiste..! ¡Hijo de puta!, -le gritó cuando le pateó los testículos”.
Pero como suele pasar a menudo en la prosa sexuada de Esteban Bedoya, lo mejor viene con el desenlace, don Agustín González lo lleva en el maletero de su auto al ángel de verdad al monte y le pega un tiro en la sien, luego al querer levantar el cuerpo alto y pesado de San Benito de Zanzíbar, se entera de que lo creía ser una joroba eran alas y se exclama:
- “¡Qué lo parió, el marica se disfrazó para carnaval!”
O sea que mediante una serie de sustituciones: Benito-Atorrante-Ruperez-Benedicto, el autor logra a la vez denunciar con humor certero, -no tan común en este género,- los métodos violentos de las aves de presa de represores argentinos, -que acechaban a sus víctimas en las tristemente famosas Ford Falcón-, humanizar al ángel y sobre todo nos remite al primer relato, al Papa asexuado también y condenado a sufrir el desamor por su supuesta divinidad…
Hay también otra clave importante, en esa dicotomía recurrente entre Dios y Sexo, en la obra de Esteban, la del deseo que nunca se puede consumir, en el libro de cuentos La fosa de los osos , en especial en “El plantador de amapolas”.


De hecho, el personaje-narrador, “Prakash el elegido”, alejado de la casi divina primera mujer del Maharajá: Suchitra, no puede alcanzar el objeto de su deseo, vislumbrado en un sueño, sino recurriendo a su elefante, llamado de forma cómica y super sexuada : “Hazme feliz” y dialogando con él.
El soñador de amapolas termina solito, sin cumplir con su fantasía, en la cumbre de una loma, plantando y cosechando las florcitas coloradas , ignorado por la Princesa y por Dios, a la espera de un día mejor, como lo recalca el autor en el poema que encabeza de exergo este precioso cuento oriental:
“Son hombres olvidados de Nepal, Barrio San Pedro y Florencio Varela, sur del Gran Buenos Aires. Algún día, la suerte les puede bendecir, tal vez el señor les conceda un animal para el sustento y para transportar sus sueños ”.
Podría mencionar otros ejemplos de esta rica oposición y superposición a la vez entre lo divino y lo sexuado, en “Adán, el exterminador de serpientes y su pacto con la muerte”. En el prostíbulo “El Paraíso” donde se desarrolla la acción, metamorfoseado por el especial humor de Esteban en “predio bíblico”, si bien el joven protagonista, Adán, favorito quinceañero de una Madama entrada en años: la Catalina Pikova, termina cogiéndola a la vieja, no hay amor. Aunque ella le confiara algunos de sus secretos de vieja experta en sexo y él explorase rincones de su cuerpo, ya sabe de antemano el personaje que una mujer como ella “¡… no podría satisfacer los deseos [de Amor Verdadero] de alguien como [él]!”
Tampoco lo hay para Miguel Podestá, un inmigrante paraguayo que vive en Berna , en el cuento epónimo del libro “La fosa de los osos”. El protagonista se enamora perdidamente de una joven estudiante suiza: Vivianne, -de labios carnosos a lo Mike Jagger, dice el narrador-, que enloquece a los tres hombres maduros de la pensión céntrica donde conviven todos. En efecto, la mina es divina, va a la uni en bici y deja admirar siempre sus largas piernas de helvecia trigueña.
A pesar del culto a su culito hermoso que le rinden los tres cincuentenarios y de su aparente inocencia, termina asesinada en un coito zoofílico, cogida por un oso cuyas garras dejan huellas imborrables en su adorable cintura…

En un desenlace que otra vez lo deja jadeante al lector, Podestá, enloquecido por su impotencia y enceguecido por una súbita rabia, se echa a la fosa de los osos del zoológico municipal, para castigar al temible culpable y termina en coma con el cráneo aplastado por una piedra que le tira el animal . Su hazaña se interpreta como un intento de suicidio y deja a la justicia con la certeza de que él, “el extranjero”, era el culpable y de que el animal fetiche de los berneses, su temido oso heráldico, pese a las evidencias clínicas, no tenía nada que ver con ello…
Tres poderosas lecciones podemos sacar de todo lo expuesto anteriormente: uno, lo divino y lo sexuado no pueden convivir en lo terrenal, dos, la fuerza del deseo si basta para divinizar la hermosura a veces fatal de ciertas mujeres, no alcanza para concretar las pulsiones, y tres, no hay Amor en estas súper oposiciones entre Dios y el Sexo, sino una inmensa frustración que lo desexualiza al hombre arrebatado por la mujer inasible…
Eric Courthès,
Pirae, Tahití,
10 de junio de 2010