samedi 2 juin 2007

"Hipertextos roabastianos", Eric Courthès



HIPERTEXTOS ROABASTIANOS


CANTITO PARAGUAYO[1]

Paraguay,

para gallos,

con todas las pilas.

Chaco arenoso,

MAR,

tan hermoso

sin ribera

alguna…

Desiertos,

Alaska al revés,

cárcel,

jaula del

HOMBRE,
esclavo de

sus creencias…

Ensimismado…

Ni un alma

alguna,

a las inservibles

cuatro de la la tarde…

ESTEROS…

ALEPH…

FILADELFIA


NÁHUAL


¿ Qué Imperio regía

el Doctor Francia ?

¿ El Ano de Dios

o la Garganta del Diablo ?

¿ Qué Eldorado ?

Un infierno social

a lo diario…

¿ Qué hacemos acá

HOMBRES,

Dobles

El Uno del Otro ?

Igualitos y opuestos…

Atrapados en un metro,

Un último beso,
Y ya sale el

« enemigo irreconciliable… »

De Luna-Macho

y Sol-Hembra

somos frutos,

cáscara-sombra-huevo…


Por la Ruta TransChaco,

tan opuestos

y tan igualitos,

vamos de paso

a los Nivaklés…

Sencillos y dobles…

Dualidad, duplicidad

y doblez…



BRITANNIA

En el Ano del Mundo,

Están unos cuantos rufianes,

Unos cuantos rockeros,

Unas cuantas putas,

Unos cuantos remates,

Unos cuantos asaltos,

Unos cuantos secuestros,

Y

ESTÁ

DON AUGUSTO

ROA

BASTOS !!!



PAROAGUAY

(Último poema apocalíptico mío)


En un jardincito africano
Allende mozambicano
Está colgando
Una hamaca de Ypacaraí,
Y dentro está soñando

Un viejo loco,

Con agujeros en los textos

E Ínsulas de Paraguarí...


Su voz suena allá lejos

Como Celacanto pirirí,

Lástima Latimeria

De pez humano,

Soñando con Eupana,

Y teniendo que vivir Aquí...


Según Kundera
Lo pasado ignorará,

Ya que no es lo mismo,

Su Paraíso libresco,

Apenas entrevisto...

Pero él sabe que Allá
Su destino ha cambiado,
Y que le queda

Una Tierra sin Mal
Un Paraíso
En un rinconcito de su Memoria-Olvido...

Óbito será
Por el Tsunami,

Que algún día

Se llevará

Nuestro campamento,
Frágil y eterno...




Pero qué importan
Los Apocalipsis ????






Ajenjo de sabiduría
Va corriendo por sus ojos,




Y en el grito último
Está la mirada tierna
De un recién nacido...




Eric Courthès
17/01/05





A DON AUGUSTO ROA BASTOS
EN EL DIA DE SU FALLECIMIENTO 26-04-2005
El Genio nuestro se murió,Quien cuestionó Significante Y Significado, Revolucionó el Signo,La Escritura, Y por si fuera poco, El Mismo Texto !!!!! Nos hizo soñar conSus Supremos Personajes, De Pensar y EscribirHarto capaces, Nos hizo escribirA la vez, El Transfinito LibroBabeliano…Hipertextos inconexosEn apariencia,Que brotan tales rizomas, Del ÁrbolDe su Ciencia…Tan humana, Que lo sublimatanto al Hombre, Que muchos creyeron encontrar A un nuevo ……..Todas las banderas Quisieron recuperarlo, Sus detractoresEnlodarlo, Pero nadie consiguióEntenderlo todoDe su Supremo…. »
Eric Courthès


TAXI-MOMIA[2]


Iker ahora recordaba, extraño encuentro y rara coincidencia otra vez, a un viejo taxista de Asunción, capital del lejano y mítico Paraguay, a donde solía viajar, como investigador y escritor de los domingos y días feriados….

Vino a buscarlos en la entrada del Manduará, por una noche oscura, para bajar hasta la Vieja Estación de la Plaza Uruguaya…

El vehículo era tan antiquísimo como el chófer y parecía levitar tranquilo, libre de gravedad, en un espacio y tiempo dignos de Amoité…

Literalmente se deslizaba por los rieles del tranvía y bifurcó hacia Mariscal Estigarribia…

Taxi-Momia era muy chiquitito, otro chófer que lo cruzara no habría visto sino una gorra, manejando con destreza un antiguo Ford Falcon, de tan triste notoriedad…

Uno tiene que decir además que el Abuelo Ezequiel, así podemos llamarlo, no pronunció ni una sola palabra durante todo el recorrido, en mi asiento estaba congelado por esa irrupción de la Muerte y su extraño cortejo, impregnado de banalidad…

Desde luego no le confesé nada a mi esposa, otra vez habría pensado en mandarme al manicomio, donde el Doctor Mafiel, Fiel de Fechos, me estaría esperando con una jeringa enorme y una mirada sádica en los ojos…

Al cabo de diez minutos de extraña eternidad, Ezequiel Caro nos dejó en el Lido bar, donde disfrutamos con todo de una sopa de surubí, satisfecho en lo que me atañe, por haber reintegrado la Vida…









Eric Courthès
Asunción, 10/08/05,
21h03-21h13
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EL LIBRO


Iker Boutin, desde sus primeros años, todas las noches se dormía recitando un libro. ¿Qué libro? No lo sabía, el hecho es que en este momento preciso que precede al adormecimiento, las páginas y las líneas y los miles de caracteres chiquitos empezaban a desfilar por su cabeza, sin que pudiera intervenir lo mínimo en esa verbosidad infernal. A veces conllevaba unas consecuencias fastidiosas en su comportamiento, andaba de lo más distraído, hasta se pasó un día entero de invierno en el colegio llevando charentesas[3]

Conviene decir que a la mar de escritos desfilando ante sus ojos, era preciso añadir unas pesadillas recurrentes que atormentaron su infancia, impidiéndole que la gozara plenamente y dándole al mismo tiempo una conciencia precoz del miedo…

La casona era antigua, en el número ocho de la calle Louis Barthou, a un paso de la calle Pierre Loti, en un villorrio insular de la Costa Atlántica, que todos reconocerán….Le parecía a uno que la habitaban un aluvión de demonios cuando la tormenta se apoderaba de la casa, Ellos solían visitarlo y despertarlo sobresaltado, como si se encontrara en el clímax del libro que lo atormentaba en lo más íntimo…

Por ello le causó un inmenso pavor a su profesora de francés, la Señora Hourin, en efecto, en segundo año de secundaria, cuando ella les pidió a todos los alumnos que contaran un sueño, él le redactó como doce páginas, con persecuciones por túneles, cloacas, personajes realmente de terror, sacados de sus sueños, que impactaron muy feo en la dama, solterona-litero-clitorido-endurecida de 39 años y de las que se afilian a clubes de treintañales incasables, hasta el final de su vida.

Iker era pues un niño habitado por quimeras, en la familia le sugirieron que sus antepasados eran descendientes de corsarios españoles, los cuales en realidad formaban parte de los visitadores de la calle Louis Barthou, como los Vauzelle que vivieron en esta misma casa, unos cien años antes, y como otros monstruos imposibles de identificar, a excepción de una Virgen Blanca, que acostumbraba levitar por su habitación, bañada de luz e irradiando la Bondad…

Pero volvamos al tema de su libro, el que lo proyectaba en verdad a esos abismos de donde sólo un grito te saca, sólo el Miedo llevado a sus paroxismos y tu corazón que late, late como para romperse, una infancia que rima con muerte, una infancia que Iker arrastra como una maldición, que hace que parezca cansado al día siguiente en la escuela, como ausente, en este sentido, la geometría siempre tuvo para él, el sabor de un viaje que nunca más podría emprender…






Pero en conjunto y pese a sus lagunas en matemáticas, el niño obtenía resultados correctos en suma, sus padres desde luego estaban zozobrados por tantas pesadillas seguidas, que les quitaban el sueño a todos, mas lo achacaban a los “defectos” como decían del viejo y pesado caserón de piedras, inclinado como nave austera, encallada en la costa baja, habitada por naufragadores extremos que desde ese lugar, en la habitación de la planta baja de la calle Louis Barthou, tiraban los muertos al agua…

Por lo demás, en la isla proliferaban los descendientes, no tan lejanos, de los naufragadores. Los pobladores de La Rémigeasse, un puertito de la costa oeste, o los de Chaucre, al noroeste, parecían levantarse por la mañana para comer carne humana. Las familias Crochet o Coquet ilustraban perfectamente el difícil paso de la libertad del asalto a un barco embarrancado[4] a lo aburrido de la pesca de cabotaje, que no alcanzaba para nada…

Pues Iker se pasaba las noches peleando con fantasmas de naufragadores o náufragos, almas vagabundas que habitaban la isla por las noches y le quitaban el sueño. Acaso, ¿eran las historias que escuchaba antes de dormir, relatos de agonías y arrepentimientos[5], que no habían tenido tiempo de escribir, ficciones que iban recorriendo sus noches y las de otros niños soñadores? Porque, ¿quién podría afirmar que era realmente el único en tener tales pesadillas?

En cuanto a los días en el colegio o en la calle, con su hermano Carlus, se los pasaba repitiendo las peleas y fechorías de los bucaneros alados que poblaban sus noches. no pasaba un solo día sin un reto, sin un encuentro con las pandillas rivales, y a veces, no les sobraban las fuerzas para volver más o menos ilesos a casa, en efecto, los derechos de varec de los retoños de los raqueros, se habían transmitido de generación en generación, en la isla de los Ladrones[6]

El miedo, lo experimentó una noche de tormenta, cuando tuvo que remontar solito, al anochecer, el interminable callejón des Jaulins, y que el viento del noroeste parecía dar bofetones a todo lo que encontraba a su paso. La isla de los Ladrones, presa de las oleadas, vacilaba en sus sísmicas fundaciones, Iker tenía que caminar solito hasta Rulong, a un kilómetro de la casa, por un callejón espantoso. Parecía un títere, con su lechera, y aquella noche, creyó volar. Caminando de vuelta, con el miedo y el viento encima, Iker se puso a volar literalmente, y tuvo la sensación de alcanzar la calle Louis Barthou, sin pisar una sola vez el suelo, un poco como en aquellos sueños de prepotencia, en que algo nos lleva consigo, en una alfombra voladora, o en un pasillo rodante, en este caso…


Y además estaba ese maldito libro que iba dando vueltas por su cabeza. Seguía allí todas las noches, se entreveía como en esos sueños que uno alcanza a ver justo al final, antes de despertar. Veía con claridad las páginas, los caracteres, no obstante no entendía nada de esas galimatías, esa cencerrada de palabras que iban desfilando con una velocidad alucinante ante sus ojos medio cerrados. Por supuesto, nunca habló del tema con nadie, sólo sus compañeros de dormitorio del internado de Rochefort, se enteraron de que todo lo que se le decía durante el día, lo impregnaba por la noche para surgir en sueños, en conflictos, y hasta en voces en latín, que, aunque suene extraño, él nunca lo había estudiado…

Eran esos síntomas las únicas manifestaciones visibles o más bien audibles de su Libro, Iker, ya hecho un adulto, ansiaba saber algo más al respecto. Cursó psicología para procurar circunscribir el problema, pero sólo lo llevaron a callejones sin salida, a casos de escuela que no tenían nada que ver con su estatuto de Hombre-Libro, de hombre habitado por un libro, que no logra descifrar y que lo transporta todas las noches hacia los sueños…

A duras penas se volvió profesor en un colegio de los suburbios. Este libro-rollo que iba desfilando ante sus ojos nunca lo dejaba en paz. Obsesionado, su grabador íntimo se llenaba de las peores endofasias. Su loquele tenía toda la traza de un caso de esquizofrenia, y seguía durmiéndose todas las noches, con este libro indescifrable, los especialistas del sueño que lo atendían no le brindaban soluciones concretas. ¿Qué significaba pues ese pre-sueño en forma de rollo que lo catapultaba en los brazos de Morfeo?

Empezó a examinar con suma atención los conocimientos cosmogónicos de los amerindios. Descubrió que numerosas etnias usaban captadores de sueños en forma de triángulo, constituidos por ramitas de mimbre, plumas y hierbas. Supo que el indio medita y masculla sus oraciones, se adueña de sus captadores y los coloca encima de su lecho, para filtrar los malos sueños…

A Iker le bastaron aquellas imágenes para ponerse a imitar estas prácticas rituales, para las cuales sólo una larga preparación y una fuerte auto convicción, permiten dar algunos resultados. Además, no se trataba de bloquear pesadillas, esas se volvieron cada día más esporádicas, sino descifrar un introductor libresco del sueño, cuya realidad se le escapaba. Por desgracia, por más que multiplicara los triángulos tejidos con paciencia colgados de los cuatro vértices de su habitación, ni un Algonquino habría reconocido en eso un captador de sueños…

Por lo tanto se orientó hacia la informática diciéndose que podría crear un logicial sacado del saber ancestral de los Algonquinos. Colocó decenas de captadores chiquitos en forma de triángulo en las sienes y en la cabeza, conectados con su computadora, manteniendo al mismo tiempo el decorado anterior. Todas las noches se acostaba esperando que el Libro aparezca por fin en la pantalla. Eso le tenía la mente tan ocupada que un día se olvidó el cartapacio en la veranda de su apartamento, todo el día tuvo que improvisar sus clases, y se arrepintió muchísimo con tratar de inventar esa maldita máquina…

Al día siguiente tiraba el mismo cartapacio en el contenedor de su edificio y recorrió más de un kilómetro hasta el centro de la ciudad con una bolsa de basura, menos mal que no pudo alcanzar el recinto del colegio suyo, donde sin duda sus alumnos lo habrían llevado en hombros…

Iker estaba enfermo por esas experiencias que le impedían gozar plenamente la vida, ni se atrevía a dirigirse a las mujeres, y menos a sus colegas, de tanto miedo que le daba que descubrieran su secreto, se quedaba solito con ese libro, que lo habitaba y ahora esa máquina de mierda que sólo daba para unos garrapatos ininteligibles en la pantalla…

Le fueron necesarios como diez años para que alcanzara su meta. De a poco, los microprocesadores grabaron esos extraños datos, y empezaron a desfilar palabras en la máquina. Al comienzo eran sólo eso: palabras sueltas. Pero el sistema fue mejorando y pudo, al fin, leer algo concreto…

Iker llegó a leer por fin, cada mañana al despertar, la reseña íntegra de ese introductor del sueño que lo ponía tan distraído y medio loco. No le extrañó en demasía encontrar ahí las lenguas más extrañas, algonquino desde luego pero también fino y dene-caucásico…

Emprendió pues la labor de traducir todos aquellos textos que se le antojaban notables, encallados en la noche de los tiempos. Para su mayor sorpresa comprobó que se trataba de poemas que él había escrito, en su lengua desde luego. A esta altura del relato, falta mostrarle, al lector impaciente, unos pasajes del Libro descifrado.

El origen colorado

De la vagina universal

De los moscovitas embriagados

De los amerindios masacrados

Del liberalismo consagrado

De las palabras chasqueadas

Como latigazos

De las palabras cantadas

En voz alta

Que suenan en la garganta

Y luego en la nariz

Palabras propulsadas

Por la boca

Quienes en mi hoja

Se acuestan…
Pregúntale al polvo

Cuáles son sus secretos

Briznas de Escritura

Perdidas en el viento…


Tertuliano Pessoa
Marzo de 2003

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YUYA PISHKHO, el pájaro- memoria

YUYA PISHKHO, l’oiseau- mémoire



L’oiseau- mémoire,

El pájaro- memoria

Le Yuya Pishkho,

El yuya Pishko,

Du fond d’un miroir,

Desde el fondo de un espejo,

Me rappelle à Santiago,

Me llama de nuevo en Santiago ;

Et ailleurs…

Y en otras partes….



Tout en haut,

Allá arriba,

Du Mont du Diable,

Del Monte del Diablo,

Le Devil’s Glenn,

El Devil’s Glenn,

Où commence et finit

Donde comienza y termina

Une histoire,

Una historia,

La mienne,

La mía,

La tienne…

La tuya….


A moitié jardin botanique,

Mitad jardín botánico,

A moitié primitive forêt,

Mitad primitivo monte,

J’ai rencontré en son sommet,

Encontré en su cumbre,

Au pied d’une cascade,

Al pie de una cascada,

Un Sage gazouillant,

Un sabio gorjeando,

Tel l’Oiseau- Mémoire,

Tal como el Pájaro-Memoria,

Qui te conte

Que te cuenta

Son Histoire…

Su Historia….



Un Sage qui conte aussi

Un Sabio que también cuenta

Les histoires des autres,

Las historias de los demás,

Qui gazouille dix mille

Que gorjea diez mil

Histoires,

Historias,

Qui n’en font qu’une,

Que no conforman sino una,

Puisant dans nos mémoires,

Cavando en nuestras memorias,

Se racontant,

Contándose,

Te racontant…

Contándote…


Auguste il se nommait,

Augusto se llamaba,

Sa Pensée il m’a transmise,

Su pensamiento me ha transmitido,

A jamais,

Hasta siempre,

D’Eindhoven à Nevers,

De Eindhoven a Nevers,

De Asunción a Buenos Aires,

D’Asunción à Buenos Aires,

Il m’a transporté,

Me ha llevado

Il va t’emmener…

Te va a llevar…


Cette histoire

Esta historia

Sans personnages,

Sin personajes,

N’a pas été racontée,

No ha sido contada,

A Toi d’y voir,

A ti te toca ver,

Ce qui pourrait

Lo que podría

T’en dé- livrer…

Libr-arte de ella…










Iker Vera
06 03 2007


http://www.elyacare.org/paginasnuevas/liter.html








ROA DE-CONSTRUCT-ORA


A Richard Astudillo Olivares


Roa deconstructora

Del Texto,

Supremo Pasquinero,

Traspasando

Sus fronteras,

Del Discurso polimorfo

A la vindicación

De un Nuevo

Lenguaje….


Nada

ha sido contado,

de aquella Historia,

Histeria de Poder,

De la Escritura,

No ha sido

Relato,

Pues que lo vuelvan a

Empezar todo

En la primera

Página….

Y que lo re-escriban

Todos

Toditos,

De modo transfinito,

Nada de Derrida,

Roa

Re-Constructora,

Carolina

Orlando….



A ella le resultará

Raro

Encontrar su nombre

Acá,

Pero dio en el blanco

Del endotexto,

Del exotexto,

De la Gran Serpiente-Textual

Enrollada,

Augusto Roa

Bastos,

Cual Hija de Hombre

Suya….





Tal como la Creadora

De la Boa

Comilona,

Constrictora,

Paraguaya,

Supo enredar historias

De nunca terminar….



Los mil y uno

Rollos de la Ficción,

Del Mentir

Verdadero,

Dan la ilusión de

Un Supremo Texto

Auto-generado….


Tertuliano Pessoa, 10 04 2007

http://www.elyacare.org/paginasnuevas/liter.html


[1] Los 4 primeros poemas de esta recopilación ya fueron publicados en mi recueil Le Livre et autres délivres, París, Société des Ecrivains, marzo de 2006, http://www.societedesecrivains.com/pc/viewPrd.asp?idcategory=7&idproduct=756

[2] Este micro relato, en caso de que me lo publicaren en francés, vendría insertado en un librito de poemas y micro relatos de viaje, por el Paraguay y muchos otros lares, titulado Voy-âges, literalmente Viaj-edades…
[3] Zapatillas de paño de interior, pantuflas…
[4] No existe en español un término para designar los « naufragadores »: naufrageurs en francés, quienes por las noches de tormenta prendían fuegos en las dunas de la isla de Olerón y de otras costas, para desviar los barcos de su rumbo y asaltarlos de noche…

[5] Cuentan que una noche una mujer degolló a su propio hijo naufragado, a la mañana siguiente se enteró al echar el cuerpo al agua y se pasó el resto de su vida lamentándose en la misma playa, llamada desde entonces: “La playa de la arrepentida”. En el libro mío del cual saco esta novela corta, Le livre et autres délivres, París, Société des Ecrivains, marzo de 2006, una pieza hace eco al relato que están leyendo, se titula “La playa de los lamentos”…

[6] Una de las etimologías posibles en francés de Oléron: l’île aux larrons, la mayor isla de Francia, -excluyendo Córcega-, en Charente Marítimo, al norte de Burdeos y al sur de La Rochela, donde pasé los mejores años de mi vida…

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