vendredi 18 juin 2010

"Le voyage sans retour d'Aimé Bonpland, explorateur rochelais", lectura de Esteban Bedoya







Acabo de terminar de leer la novela de Eric Courthes, “Le voyage sans retour d’Aimé Bonpland explorateur rochelais” y tengo la sensación de haber conocido casi de manera íntima al personaje protagónico del libro, pero no es solo la sensación de haber aprendido a partir de la profusa documentación utilizada por Eric, sino la sensación de haber “curioseado” sin permiso las intimidades de un honorable Señor. Tengo una extraña sensación de vergüenza, como si me hubiese enterado de secretos incómodos de la vida de algún pariente cercano. Eric logra –al menos conmigo- hacer querible al personaje de Aimé Bonpland. Pongo entre paréntesis “al menos conmigo” porque me cupo rescatar y publicar las memorias de mi aventurero bisabuelo francés. Entonces, encuentro similitudes en dos hombres que se aventuraron en la búsqueda de sus propias utopías…

Tal vez por eso, sienta y comprenda a ese sabio como si fuese un viejo conocido. Por otro lado, fui atrapado por una prosa que genera la sana confusión entre lo real y lo ficticio; los datos sobre los viajes, residencias temporales y encuentros con personajes históricos, responden a información documentada, y entre ese cúmulo de documentos afloran los pensamientos y sentimientos de Bonpland… no tuve tiempo de pensar que fuesen producto de la ficción de Eric, y ahí justamente radica su talento de escritor… saber engañar y deleitar –soy un lector convencido de esto-, esta novela, como las buenas novelas cuenta lo que la historia no puede contar, gracias a su creador ingresamos en una dimensión subjetiva, íntima, secreta, en la que como en un cuento relatado por una abuela a sus nietos antes de dormir, se aprende sobre una época, una sociedad y sobre un hombre, que como si fuese un genio encerrado en una botella, es liberado y abandona la prisión de la historia para instalarse en nuestros sentimientos.

Gracias Eric por tu esfuerzo, y felicitaciones por haber logrado un gran libro.

Esteban Bedoya
Melbourne, Junio 2010

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