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jeudi 16 juillet 2015

EL DOLOR DE LA MADUREZ EN DOS DIARIOS DE GOMBROWICZ Y BIOY CASARES, ÉRIC COURTHES

EL DOLOR DE LA MADUREZ EN DOS DIARIOS DE GOMBROWICZ Y BIOY CASARES
''La escritura es una descarga del sufrimiento.'' Scholastique Mukasanga I) WITOLD GOMBROWICZ: EL MADURO INCOMPLETO Witold Gombrowicz nació en 1904, en Maloszyce, cerca de Kielce1, a mitad de camino entre Varsovia y Cracovia, en Polonia, y murió en 1969, en Vence, cerca de Niza, en Francia. Empero, si bien ya se había dado a conocer en su país antes de su salida a Argentina, con la iconoclasta ''novela'' Ferdydurke2, en 1937, y si terminó su carrera literaria en Francia, ya reconocido universalmente, pasó 24 años de su corta vida en Argentina, donde quedó en el recuerdo de todos como el hombre que quiso matar a Borges3. En efecto, se negó a frecuentar los salones de las Ocampo, y en lugar de halagar a los grandes autores locales, como Borges y Bioy Casares, se pasó la vida criticando su dependencia intelectual respecto de Europa y pues, su falta de argentinidad. Aunque parezca paradójico, un polaco ilustre, aristócrata y rebelde, se metió con el pueblo callejero y trasnochero del Retiro en Buenos Aires, con jóvenes intelectuales desconocidos en Tandil donde vivió, y en Santiago del Estero4 donde pasó unos meses, y sacó más observaciones válidas sobre la Argentina5, que cualquiera de sus mayores pensadores. Según Juan José Saer, el Geniazo del Paraná: ''el tema witoldiano por excelencia, la inmadurez, lo inacabado que él atribuía a la cultura polaca, venía siendo de un modo inequívoco, desde los años veinte, la preocupación esencial de los intelectuales argentinos6.'' Por lo tanto, al enterarse don Witold de que los críticos argentinos ni lo entendían al respecto, y sólo notaban de él su aspecto irreverente y prepotente, se puso a practicar metadiscursos críticos a fines pedagógicos, tenemos una muy buena muestra de ello, al comienzo del Diario argentino7: '' En Ferdydurke están en pugna dos amores y dos tendencias; una hacia la madurez y otra hacia la inmadurez eternamente rejuvenecedora... el libro es la imagen de alguien que, enamorado de la inmadurez, pugna por la madurez. Mas era evidente que no lograba sobreponerme a ese amor ni civilizarlo, y él, agreste, ilegal, secreto, me devastaba igual que antes, como una fuerza prohibida. Y... ¡ qué impotencia la del verbo frente a la vida.'' El Diario argentino fue publicado post mortem, en 1967, 4 años después de que falleciera el Geniazo de los Cárpatos en Francia, pero cuenta las andanzas argentinas de don Witold entre 1939 y 1963, o sea que ese dolor interno, esa atracción fatal por los jóvenes, de ambos sexos8, lo devastó, para emplear sus propias palabras, durante muchísimo tiempo, hasta su muerte. Y podemos suponer que con la vejez, se puso más agudo, más inaguantable, el dolor, y que la conciencia que tenía de lo grotesco y patético de su personaje: un viejo baboso persiguiendo a jovencitos y jovencitas por todas partes, lo habría matado, de a poco... Es de notar en el Diario cómo se veía a sí mismo: un '' hombre enamorado de la inmadurez9'' -y no de los inmaduros- y recalcar que al admirar la juventud y sus encantos, su natural felicidad rayando con lo insolente, pese a ser un viejo10, nunca cae en lo grosero, en lo vulgar. Empero, ese '' amor agreste, ilegal, secreto'' lo iba devorando por dentro, le daba un sentimiento de rabia, de impotencia, de culpabilidad. Por ejemplo, en la plaza Sarmiento de Santiago del Estero, al ver pasear a parejas y grupos de jóvenes, nota en el diario: '' Miraba como si no tuviera derecho a hacerlo, como si estuviera espiándolos11.'' En el renglón anterior, nos da una idea más precisa de su ''hombre'', o sea de su personaje, dado que se pone en escena a sí mismo en el Diario: '' incompletamente maduro'', dice, esto es, un hombre incompleto, por ser '' degradado por la forma'', con su cuerpo deformado por la vejez, y no poder alcanzar las nuevas formas lindas, los nuevos modales de los jóvenes y sus cuerpos, tan opuestos al suyo, por quedar relegado, postergado, en una palabra: anticuado... Desde luego, ese dolor les parecerá a algunos oyentes de esta ponencia, de poco peso comparado con el dolor de los autóctonos, de los presos políticos, de los clandestinos, de los marginados de toda índole que pueblan la geografía política de América Latina, de ayer y de hoy. Sin embargo, ese Dolor cala muy hondo en la conciencia de uno de los mayores pensadores del siglo XX, y así lo hace Escritura -o sea Dolor del Dolor12 según lo rezado en el exergo de Scholastique Mukasanga. No obstante, no se olvida del dolor del otro, en especial del dolor del indio, de Santiago del Estero13. En efecto, al notar la sumisión de los jóvenes indios y mestizos de Santiago, rayando con el masoquismo, se pregunta si su '' cuerpo fácil'' ¿ será '' una herencia de la desnudez de las tribus que tan fácilmente sometían la espalda al azote14?'' y compaginando su angustia existencial con la historia, nos recuerda lo que decía el General Paz, en sus memorias: '' El General Paz describe en sus memorias cómo en los años cuarenta del siglo pasado [el XIX] el gobernador mandó que degollaran diariamente con un cuchillo a dos indios […] veía a menudo sus ojos cuando eran conducidos a la decapitación... El sadoquismo y el masoquismo todavía hoy se mueven, hablan en las calles... ese aire me envenena. ¡He aquí la perversidad de Santiago15!'' […] '' Esta demencia inaudible, este pecado inocente, estos ojos negros sumisos. ¡Quiero abrazar la demencia! Le salgo al paso... ¡ yo, a mi edad! ¡Catástrofe! ¡Pero qué, sino la edad, es la causa de que le tienda los brazos a la demencia... esperando que me resucite, tal como era, en toda mi sensualidad creadora! [...] ¡Maldito sea el cuerpo de ellos! ¡Maldito sea su cuerpo fácil! [...] -Es la venganza del indio16.'' El joven indio o mestizo, o el joven ''negro'' -como dicen algunos argentinos mal informados y sobre todo mal intencionados, que se creen totalmente blancos -se desquita con su cuerpo elástico de cobre, con su caminar sensual por la plaza, con el fondo de sus ojos blanquísimos, con su sonrisa, con sus dientes resplandecientes, con su música: la chacarera y el chamamé, con su bailar, con su ritmo, con su corazón, con su Humanidad sobre todo... Esa belleza natural le parece demente a don Witold, y lo hace caer en la demencia, pues le tiende los brazos, quiere abrazar esa locura joven, esperando que le devuelva parte de la suya, combate vano en verdad, que lo hace más patético al autor-personaje, y desencadena en el lector una serie de risas; he ahí, sin lugar a dudas, el verdadero secreto de una buena historia:'' Por eso con un grito de: '' ¡Hacia la juventud! ¡ En la juventud! ¡ A agarrarla, experimentarla. Destruir esta barrera de la edad!'', se lanzó una vez más en un ataque loco y envejecedor17'' En muchas partes del diario, el autor-personaje cobra aspectos totalmente burlescos e incluso quijotescos. En efecto, es de imaginar a ese conde polaco, casi sesentón, tratando de '' agarrar'' -con la mente se supone- a uno de los jovencitos o las jovencitas que iban paseando por la Plaza Sarmiento de Santiago. Habría asustado a más de uno, incluso si '' el negro'' joven del interior argentino suele tener buena onda, podemos suponer que ese Personaje totalmente literario y desfasado, tipo dandy de los Cárpatos, que de repente anduvo metido en la realidad santiagueña o tandileña, alguno roces con la gente del común habría provocado, y los hizo '' ficción''... Empero, al fin y al cabo, más allá del aspecto burlesco, lo que domina en este diario es el aspecto trágico, por el dolor inmenso de un hombre desarraigado de su propia cultura18, y totalmente desfasado con sus pares cincuentones, por sentir cierta incompletud fuera de la juventud, su fuente de inspiración pero también el origen de casi todos sus sufrimientos de solterón solitario, aislado del mundo, en sus peregrinaciones por la Argentina19 del interior de los años sesenta. II) ISIDORO VIDAL, DE ADOLFO BIOY CASARES: UN MADURO INCONFORME Adolfo Bioy Casares nació en Buenos Aires en 1914 y murió en la misma ciudad en 1999, su obra variada y sumamente original osciló siempre entre la literatura fantástica, la policial y la de ciencia ficción, con una indudable dimensión paródica, amén de sociológica. Se dio a conocer temprano, a los 26 años, con su primera obra, obra maestra si las hay: La invención de Morel, en 1940, sus diferentes colaboraciones literarias con Jorge Luis Borges aumentaron su prestigio, dentro y fuera del país, y por el conjunto de su obra, se le atribuyó el prestigioso Premio Cervantes, en 1990. Publicó El diario de la guerra del cerdo en 1969, a los 55 años, o sea que su personaje, con tal que lo identifique con él -en el momento de la redacción del diario- tendría más o menos la misma edad que nuestro Conde Polaco. Pero lo contado pasa durante una quincena de días en los meses de junio y julio, de un año que no identifica expresamente pero que sería 1943, ya que menciona las “charlas de fogón” del General Farrel20 y sus jóvenes turcos21, aludiendo claramente a su líder, el entonces coronel Perón, que en 1946 fue elegido Presidente de la Nación. Además, en 1969, año de publicación de la obra, la Argentina estaba gobernada por la dictadura del general Onganía, que en 1966 había derrocado al presidente constitucional Illía, gracias al desarrollo de organizaciones guerrilleras integradas en su mayoría por jóvenes de 20 a 30 años, o sea que este diario fingido tiene un doble contexto histórico bien definido... El personaje, Isidoro Vidal, o don Isidro, recién jubilado, vive en un cuartito de un conventillo de la Calle Las Heras, solito, pero en el cuarto contiguo vive su hijo, Isidorito. Todas las tardes se reúne con otros viejitos, más o menos de su edad para jugar al truco, pero no encaja del todo con los demás, no se siente tan viejo como ellos, y siente una fatal atracción por Nélida, la hija de una de sus vecinas, una chica de unos 25 años cuando él tiene unos 55. Una tarde, es víctima de un botellero loco22, quien sin ton ni son le tira una botella que le roza la cara y estalla en el muro vecino, al ver que le tira otra, regresa corriendo al zaguán del conventillo, donde estaba Nélida esperando a su novio. Al verlo tan asustado, entra en su habitación con él, se sienta a su lado en la cama, y le da consuelo. Pero en lugar de gozar de semejante situación deparada por el destino, se imagina que la mina lo mima porque es viejo, que lo trata como a un niño porque lo cree demasiado viejo, para sentir deseo por ella. Pues siente una enorme frustración debida a la imagen que tiene de él la joven y sobre todo a su falta de iniciativa: '' De pronto creyó que no besarla era una privación intolerable. […] Esto no me pasaba antes ( y se dijo que el comentario se le volvía habitual). […] En una situación así yo era un hombre frente a una mujer; ahora23...'' El dolor del maduro Vidal se concreta en una manifestación de bronca y de impotencia, al no poder tomar la iniciativa de la seducción con Nélida, se siente desprovisto de su potencial de hombre, el dolor de la '' privación'' y la pérdida simultánea de su autoestima se le hacen intolerables. Pese al anclaje histórico de la narración, todo resulta ser totalmente fantástico, ya que es una de las características de la prosa de Bioy -un poco como la de Borges, Kafka, Gogol o Hawthorne- el entorno de los personajes es muy familiar pero los acontecimientos rayan con lo fantástico... Esas raras cacerías de viejos en las calles de Buenos Aires, esa guerra al cerdo, porque tienen los jóvenes una imagen muy negativa de sus genitores: '' Dicen que los viejos -explicó Arévalo- son egoístas, materialistas, voraces, roñosos. Unos verdaderos chanchos24.”, nos hacen aceptar como verosímiles la matanza de un viejo a patadas en plena calle, a la vista de todos, al comienzo de la novela, y al final, la de uno de los amigos de Vidal, Néstor, pisoteado por los hinchas de Boca25, a la vista de su propio hijo... El odio a los viejos oscila entre lo repugnante y la glorificación de la juventud: '' Detrás de esta guerra contra los viejos no hay más que argumentos sentimentales a favor de la juventud26.'', los jóvenes turcos y sus agentes son totalmente odiosos27: '' - Los que provocan son agentes provocadores, pagados por los Jóvenes Turcos28-'', y tirar a un viejo desde lo alto de una tribuna de la Bombonera para pisotearlo luego, resulta ser para ellos un acto totalmente normal... Pues el diario no es amable con la vejez, a la que presenta como el lugar de lo repugnante, de lo desvaído y de la muerte. A los personajes “viejos”, incluido Vidal, les cuesta reconocerse como tales y muestran su odio y rechazo con la vejez. Algunos de ellos, como Arévalo, son merecedores de la violencia de la que son víctimas, ya que corretean a las muchachas, son egoístas y cobardes. Bioy Casares retrata a los jóvenes como violentos y descerebrados que realizan sus actos sin saber qué motivos les guían pero, dentro de la irracionalidad de la situación inserta frases alusivas a una explicación, como: “En esta guerra los chicos matan por odio contra el viejo que van a ser”, “a través de esta guerra (los jóvenes) entendieron de una manera íntima, dolorosa, que todo viejo es el futuro de algún joven. ¡De ellos mismos, tal vez! … matar a un viejo equivale a suicidarse29.'' En resumidas cuentas, los jóvenes matan a los viejos por odio a sí mismos mientras que los viejos buscan a los jóvenes por miedo a sí mismos, y por tanto, a la muerte: y “la muerte hoy no llega a los cincuenta sino a los ochenta años, y … mañana vendrá a los cien… Se acabó la dictadura del proletariado, para dar paso a la dictadura de los viejos30.'' Por otra parte, como ya lo anticipamos, en forma paralela a estos acontecimientos, el protagonista Vidal encontrará a una muchacha que se enamore de él, lo proteja cuando la violencia lo amenace y la guerra del cerdo terminará. En efecto, Vidal, después del episodio tragicómico del botellero loco, se refugiará en un nido de amor con su pendeja, la bonita Nélida, a la iniciativa de la chica, pero lo más sorprendente es que el protagonista -en lugar de volar en justas nupcias con su vecinita, y huir ese mundo suyo de los viejos por el cual siente una fuerte atracción y rechazo al mismo tiempo- encontrará un término medio, mitad con ella y otra mitad, con sus viejos amigos de la tertulia... Tras esa quincena trágica para los viejos, todo vuelve a encajar en el marco habitual de la rutina, el dolor ya se le acabó a Vidal, pero el lector no queda inmume, y no sólo porque se podría identificar con el final feliz: un viejo aún verde en pareja con una muchacha amorosa, sino por los diferentes enfoques posibles del diario: farsa sociopolítica y/o parábola sociológica... El jovenismo31 ensalzado por los jóvenes turcos, a fines partidarios desde luego, elevar al poder al incipiente -en aquel entonces- General Perón, comparte el escenario con la inconformidad de un viejo con su estatuto, y su voluntad enfermiza de buscar el elixir de eterna juventud con una chica joven... Por lo tanto, el lector tiene una doble imagen de la juventud, contradictoria, la del odio insensato de los jóvenes turcos por los viejos, y la de una chica enamorada de un hombre maduro, al cual mima como si fuera su propio hijo... Pasa lo mismo con su visión de la vejez, puesto que aunque lo que domina, es el malestar de Vidal frente a la juventud, lo que queda es su perfecta adaptación a su nueva vida en pareja, ''a medio tiempo'', por no romper del todo con su pasado de viejo inconforme, y no perder de vista la importancia de la amistad, menos tributaria de las circunstancias que el amor... En síntesis, aunque nuestros dos viejitos, tengan una aspiración y un dolor en común: agarrar un poco de las formas de la juventud para, en el caso del Conde polaco, erradicar su madurez de viejo, y en el de Vidal, rejuvenecerse en su fuente y quedar conforme, son muy diferentes, y si bien el segundo queda al final satisfecho conservando ambas formas, el primero sale de Argentina, para volver a Europa, con toda la frustración encima... Sus respectivos dolores y sus escrituras los llevan a metas distintas, sólo su camino del dolor -su vía crucis a por la juventud- los acerca y nos permitió relacionar por primera vez estos dos diarios y elaborar esa modesta notita... Éric Courthès eroxa_courthes@hotmail.com Issoudun, le 03/05/2014

lundi 3 octobre 2011

EL AMANTE BLANQUINEGRO DE MARYSE RENAUD “Menos le temo a la muerte que al silencio.”, Federico Andahazi, El anatomista, Planeta, Buenos Aires, 2007, (1997). De no haber leído completo antes el último libro de Maryse Renaud: El cuaderno granate , al toparme como lector-amigo con ese sintagma: “Negro crápula, negro sinvergüenza,…”, hubiese pensado de inmediato que mi gran amiga Maryse no estuvo en su sano juicio al escribir semejantes dislates… De hecho, doña Marisa, nacida en Martinica, en 1947, catedrática de literatura hispanoamericana en la Universidad de Poitiers, es una de las más empedernidas defensoras de la negritud, por sus genes africanos desde luego y por ser también una especialista de literatura dominicana… Maryse es una negra blanca, o una blanca negra, o más bien, una negra blanquecida por el frío polar que suele hacer en invierno, en Poitiers, en París o en Madrid, una negra desarraigada de sus Antillas olorosas a sabrosas fragancias de la infancia, a mangos, buganvillas y alamandas… Maryse es también una increíble manejadora de la lengua española, pero no de cualquier castellano, sino del más castizo que se pueda concebir, no sería nada exagerado relacionar su agudo y pulcro sentido de la lengua clásica, sus sutilezas semánticas y su gusto por las palabras y modismos más peregrinos, con los mejores exponentes en ese asunto tan delicado: Miguel Delibes, Antonio Machado y Ana María Matute… No obstante su relativo aislamiento lingüístico, pese a sus frecuentes contactos con sus alumnos y colegas, maneja un español de una gran riqueza y pureza, en esos tiempos tan feos de barbarización de las lenguas por los malos usos de internet y celulares… Maryse escribió a los 62 años su primera-última novela , hazaña muy parecida a las de Augusto Roa Bastos o don Miguel de Cervantes en cuanto a la edad, una novela de la madurez, empero no se trata de un mamotreto roabastiano o cervantino, es novelita nomás por su formato postmoderno de 142 páginas, pero gran libro suyo, por destapar y subvertir a la vez dos traumas que parecen subyacer en ese texto: la negritud y el fracaso de la pareja… Pero antes de aclarar más adelante nuestras pistas de interpretación iniciales, conviene poner en su contexto aquella declaración de Miguel, abogado francés de origen antillano, un Granval, una familia criolla de ricos plantadores, de las cuales resultaría medio imposible que no tengan sus miembros entre sus antepasados, algún negrito… A Miguel le toca defender, a instancias de su padre, a un rico estanciero de la Pampa, don Cosme, por el asesinato del amante de su mujer, del cual resulta ser claramente responsable, por haber pagado a dos secuaces colombianos para que hicieran ese trabajo sucio… Pero pasa que el marido tiene orígenes negros, por ser de Chascomús, “un conocido foco de población negra en el siglo XIX .”, nada excepcional hasta ahora dado que lo de la Argentina blanca es, como bien se sabe, puro cuento … Lo más relevante viene después, el amante es blanco, tan blanco como el indio de Esteban Bedoya , y a partir de esa inversión paródica -que termina de forma cómica con todos los presupuestos raciales acerca de la potencia sexual superior de los negros-, se arma el desenlace, a Miguel, muy a pesar suyo, le toca “defender la raza ”, defender a ese asesino que presume de blanco por ser negro, por “el recuerdo de la bodega del barco negrero ”, es su última causa y le cuesta esa solidaridad de la negritud que no permite destapar la verdad y condenar al culpable… Le duele muchísimo el caso por ser un Granval y por tener de amante a su tía, Emma, “la escandalosa”, una preciosa mulata antillana que a pesar de llevarle unos añitos de más, supo atraparlo en sus redes africanas de encajes blancos de santería… Casi hasta el final del libro, se lo mantiene al lector con esa ilusión, Miguel es el amante blanco de su tía negra, hasta que el tabú del incesto se desmorone totalmente, al revelarle Emma la verdad sobre sus orígenes . No es la nieta de su abuelo Anselme, agrimensor inútil que despilfarró la fortuna familiar en fiestas y mujeres, sino la de un amante negro de su madre, la cual logró hacerle “endosar gozoso [a Anselme] una paternidad que más de uno a su alrededor presentía sospechosa. Bien morena había salido la criatura para ser suya .” He aquí sin lugar a dudas el núcleo textual de la novela, el nudo y nodo de todo, la historia vergonzosa tapada durante casi todo el libro que le permite mantener la tensión narrativa a Maryse. El amante blanco de la esposa blanca del don Cosme negro, supuestamente blanco, no es sino el adelanto del amante supuestamente negro de la mamá blanca de Emma, en ese contexto tragicómico, muy teatral por cierto, en aquel quiasma texto-racial, cabe una sola pregunta: ¿Importa o no la raza, dado que blanco y negro son las dos caras de un mismo proceso: blanquinegro…? Y en eso sí que la reconozco a mi amiga Maryse, paladina de la causa de los negros como lo soy de la de los indios, tan intachable e incorruptible como yo, pero con esa pizca de inteligencia, con ese leve matiz del polo opuesto, esa dialéctica suprema, que le permite salvar con mucho humor e inteligencia los habituales y aburridos esquemas raciales, que a veces, en algunos coloquios universitarios en Europa, sobre el mestizaje, la negritud o el neo indigenismo en América Latina, casi incumben en racismo al revés… De los prejuicios sale el racismo, de las generalizaciones excesivas, en cambio, en el relato de Maryse, el negro puede portarse como blanco, en sus actitudes criminales, y el blanco como negro, en sus actividades de rompehogares, a partir de esa sutil inversión, Maryse Renaud nos da una buena lección sobre el asunto: de lo blanquinegro, de la mezcla de sendos polos habitualmente antagónicos, puede salir una verdad más equilibrada, menos esquemática y primaria… De “…los trapos sucios …” de la familia Granval, de la misoginia de Edgar, el padre de Miguel, del cuaderno granate de su hijo, que le revela a su madre la sumisión casi ciega al padre: ese tirano que nunca supo amar a su esposa y sembró en su hijo su mismo odio a las mujeres. Otra forma de racismo, el sexismo de algunos hombres que ven en la supuesta superioridad de los hombres sobre las mujeres, el zócalo inquebrantable de su sociedad patriarcal arcaica, totalmente anticuada y desfasada con la realidad… La mujer es para esa gente, el negro del hombre, su doble sufrido y complaciente, pero en el relato de Maryse, las mujeres, sea Clarysse, la madre de Miguel, sea Emma, su amante, tienen un papel dominante, la segunda por revelarle la verdad sobre sus orígenes a Miguel y la primera por tratar de entender el por qué del desamor del cual fue víctima, durante toda la vida, de parte de su marido y de su hijo, a través de “las terribles revelaciones ” de un cuaderno granate, redactado por su hijo de niño... Y conviene ahora resaltar el aspecto textual, los tres personajes recién citados son escritores de partes de la obra que estamos leyendo, Miguel por ser el autor del cuaderno, su madre Clarysse y su amante Emma, por dialogar e intercambiar cartas al respecto, todos estos textos intrincados forman la red del texto que estamos leyendo . Aquel texto desemboca en otro texto aún más complejo, en una voz heterodiegética que se dirige directo a la conciencia de una Emma moribunda que acaba de tratar de suicidarse, en el capítulo 33: “Tú, la peor”, y le permite al autor desentrañar sus sentimientos más profundos: al sentirse engañada por todos, se desquita en los limbos de la muerte, invirtiendo el proceso de la realidad: “…los engañaste a todos.”, parece ser su leitmotiv pre mortem … Clarysse era una mujer amargada, porque su marido “no la había querido nunca ” y no obstante, nunca renunció “a su amor ”, tampoco al de su hijo, y su combate por entender las causas de ese doble rechazo, casi la llevó hasta la muerte. La pelea fue casi mortal porque se enfrentó con la rigidez patriarcal y “la angustia ” enfermiza de Edgar, que quiso tapar el perfil de mujeriego de su padre Anselme, durante toda su vida, como si hubiera sido su propia culpa . Y sobre todo se topó con la idea sexista de la supuesta superioridad de los hombres respecto de las mujeres que le supo transmitir a su hijo, desde muy joven, a través de las figuras de hombres súper dominantes, tal como Aníbal, el legendario jefe púnico. En ese muy denso, tenso e intricado “Intríngulis familiar ”, Maryse logró superar los habituales límites melodramáticos de la saga familiar, merced a la variedad de su texto, a la riqueza de su lengua, y sobre todo gracias a su capacidad de postergar siempre “el sentido general de la novela , a su gran dominio de la procrastinación, de la demora textual casi existencialista de la verdad… No es pertinente saber si el libro se basa en datos autobiográficos, lo relevante es que Clarysse pudiera entender las raíces de su mal y acercarse por fin a su hijo, al decidir convivir tres meses con él y Emma en Campeche. Con esa actitud de ruptura total con el pasado, demostró a las claras haber superado su doble trauma de madre malquista por su marido y su hijo, por haber logrado romper el silencio del tabú, al encontrar las raíces del desamor… Éric Courthès eroxa_courthes@hotmail.com Auckland, 29/09/2011